Cerremos los ojos por un instante e imaginemos cómo sería nuestro mundo ideal. Aquel donde nos gustaría vivir siempre. Dejando de lado diversidades geográficas (unos imaginarán una playa de blanca arena, otros un bosque verde, otros una hermosa ciudad...), sin duda casi todos soñarán en un mundo donde los seres humanos viven en paz, en armonía con ellos mismos y con la naturaleza y los animales. Un mundo en que todos somos iguales, nadie discrimina a nadie, todos se respetan, no existen las guerras, el robo, la corrupción. ¿A quién no le gustaría vivir en un mundo así?
Igualmente, a todos nos horroriza ver imágenes de guerras y conflictos, de miseria, muerte, seres humanos matándose entre ellos, seres humanos matando y torturando animales y destrozando la naturaleza, dolor, tragedia, desolación. Nos angustia, cerramos los ojos y nos sentimos impotentes, y al final, inevitablemente, nos preguntamos ¿por qué?
¿Por qué no lo hemos conseguido? ¿Por qué, si casi todo el mundo aspira a ese estado de armonía, paz y respeto, en la práctica vivimos tan alejados de ese ideal?
Para comenzar a averiguar la respuesta, tal vez sea una buena aproximación preguntarnos: ¿dónde empieza el mal? ¿En qué momento comenzamos a alejarnos de ese paraíso armonioso en el que nos gustaría vivir? En mi última entrada hablé del bien y el mal como una línea continua con distribución normal. Si esto es así, las posiciones situadas hacia los extremos son bastante evidentes (el mal descarado y el bien más obvio), pero las que están hacia el centro son más difíciles de catalogar. Si, por ejemplo, siento envidia por alguien, ¿estoy ya empezando a alejarme del paraíso idílico del mundo en respeto y armonía y comenzando a aproximarme, aunque solo sea un poquito, al infierno de las guerras y la destrucción?
Mi opinión es: sí. Puesto que el mal y el bien forman una línea continua, entre vivir en el paraíso de paz que todos queremos y el infierno de destrucción que todos rechazamos hay muchos puntos intermedios, y si realmente aspiramos a habitar algún día ese paraíso, deberíamos conocer los mecanismos que nos apartan de él.
Existe un enorme muro que nos separa de ese mundo de respeto y paz con el que soñamos. Sería muy positivo saber dos cosas. Una, que ese muro lo construímos nosotros mismos, y otra, saber en qué momento estamos añadiendo ladrillos al muro. Y sospecho que esos momentos son muchos. Y sospecho también que, la mayor parte de las veces, no somos conscientes de ello. Un ladrillo no hace un muro, por eso nos cuesta ser conscientes de nuestra propia responsabilidad en esta fechoría. Pero muchos ladrillos, que vamos poniendo entre todos poco a poco sin darnos cuenta, al final crean una barrera fea, enorme, infranqueable. Y de pronto la vemos y nos preguntamos "¿pero quién ha puesto eso ahí?".
Como el final del mal ya es de sobra conocido (guerras, tortura, muerte...) analizaremos el principio. Cuándo comienza. Cuándo estamos añadiendo esos ladrillos al muro. Creo que son muchos los posibles orígenes. O quizás uno que se manifiesta de muchas formas. Tengo la profunda sospecha de que la verdadera raíz está en el sentirnos diferentes y olvidarnos que somos una unidad. En percibirnos separados. Así, los demás son potencialmente peligrosos, y además no nos importa lo que les ocurra, mientras no nos ocurra a nosotros mismos. Muchos maestros espirituales han hablado de esto. Pero, como de costumbre, no debería servirnos lo que digan otros, deberíamos investigar por nosotros mismos. Porque esas conclusiones son las que nos valen.
En sucesivas entradas analizaremos los posibles motivos que nos hacen apartarnos del mundo idílico en que deseamos vivir. Acaso no es esta la mejor manera de comenzar a vivir en ese mundo. Y quizás entre todos acabemos sacando algo en claro. Mientras tanto, y como siempre, feliz viaje...
Mmmmm, a veces los ladrillos se ponen sin darse cuenta, otras nos los ponemos a sabiendas... el caso es que conociendo la existencia de esos ladrillos cada uno debe tratar de analizarlos uno por uno y saber para qué los ha puesto ahí y evaluar si realmente le son útiles ahí dónde están, puesto que a veces son la única manera de pasar por determinadas etapas de la vida. En mi caso ahora estoy sacando cada ladrillo que aparece en mi muro e intento no poner nunca uno nuevo, lo cual es complicado pero no es imposible. Os animo a quitaros ladrillitos y no ponerlos, es de lo más reconfortante y lo que más nos acerca a nosotros mismos y por lo tanto a ese todo.
ResponderEliminarFeliz camino!
Me ha gustado este texto, los otros también pero este en el q se plantea la responsabilidad de cada uno, en el q se menciona el miedo, la envidia, la desigualdad, la inconsciencia,tiene ya puntos de partida claves
ResponderEliminarCreo q a veces estamos tan metidos en nuestra forma predeterminada de ver la vida, sujeta a experiencias previas, a patrones culturales, a condicionantes provocados por la educación, a concepciones intelectuales de las cosas, o sea resumiendo, estamos tan atados al pasado (con vivencias sin superar, con etapas sin cerrar) q nos cuesta vivir el presente, la vida q nos ocurre y como reaccionamos a ella.
Saber realmente como nos comunicamos con la vida, q percibimos en cada momento, q sensaciones nos mueven, es algo q nos ayudaría q descubrir nuestros fantasmas, nuestros demonios, nuestras máscaras.
Viéndolas es posible q al centrarnos en ellas, q son en las cuales tenemos verdadero poder, podamos cambiarnos. Y una vez sacada la viga de nuestro ojo podremos ser más comprensivos con el prójimo, más misericordiosos.
No veo posible la paz sin el perdón, sin la reconciliación, sin la fraternidad.
El sentir q hemos hecho mal, el sentir si acaso en q hemos dañado a otros, el sentirlo hasta lamentarlo como para querer cambiarlo, como para no querer repetir el error creo q nos puede ayudar a ser más conscientes
Y claro, paso a paso, con armonía, respirando, escuchando las situaciones q nos toque vivir, aprendiendo de las pruebas de la vida
Todo un reto q hace de la vida una aventura, q le da cierto sentido a cada cosa q nos pase
Y a cada ladrillo q nos bloqueaba sustituirlo por aquello q construye ese lugar de paz q anhelamos
Si al menos lo tenemos como propósito será menos probable q nos demos de bruces contra el muro
un saludo
Hola Encarna y Snickers, gracias por vuestros comentarios. Desgraciadamente estoy sin Internet desde hace varios días. Pero prometo volver pronto! Veo que ambos habéis ido hacia el terreno de lo personal, y también habláis de cosas muy interesantes, como vivir el presente, el perdón, los condicionamientos, vivir de forma consciente... sin duda iremos hablando de todo eso. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarEstos intercambios de opiniones son muy enriquecedores. Voy a añadir otro punto de vista. Creo que el bien y el mal son conceptos que son sujetos a la percepción de cada uno. No existen en un sentido absoluto. De hecho, lo que consideramos "malo" en un momento dado puede tornarse bueno con el tiempo y al revés. Es la visión limitada por el espacio/tiempo de cada un@ la que no nos permite ver más allá de ese vaivén contínuo entre pares de opuestos. La clave estaría entonces en limpiar nuestra visión... hasta ver sólo LUZ ó MULTIPLES EXPRESIONES DE LA CONCIENCIA. Creo que para ver eso, hay que empezar a mirar a través de los ojos del corazón, el cual poco a poco, abre tu mente a una nueva visión exenta de dualidad. En otras palabras, abre tu corazón, el amor abrirá tu mente! O como dicen los últimos descubrimientos en física cuántica, el objeto de observación puede cambiar según la perspectiva del observador... Suerte en vuestro camino
ResponderEliminar¡Hola Sisi! Muy interesante tu aportación, aunque no es en principio el objetivo de mi blog. Trascendiendo la dualidad se podrá llegar a planos absolutos más allá de la dualidad en los que no exista el mal o el bien, ni exista el tiempo... no niego eso, pero no me interesa por el momento. Me interesa saber por qué en este mundo que percibimos hay mal, hay daño, hay dolor, y además mucho, y saber por qué esto es así. Y en el mundo manifestado, el mal o el bien no son relativos, son evidentes.
ResponderEliminarRespecto a la física cuántica, esos descubrimientos son muy interesantes, pero hoy por hoy no sabemos ni podemos aplicarlo a la vida real. Puede que haya un elefante rosa detrás de mi y desaparezca cuando me dé la vuelta, puede que mi propia vida se esté desarrollando de otras formas en universos paralelos y colindantes, pero en verdad eso no me ayuda en mi vida diaria.
Creo en el trabajo personal de ampliación de conciencia para trascender la dualidad, pero en este blog no estoy interesado concretamente en eso, en este blog me pregunto por qué hemos nacido en un mundo dual donde, al parecer, para poder evolucionar debemos atravesar gran sufrimiento, y no precisamente un sufrimiento subjetivo sino un sufrimiento real y lacerante. Y no hablo del nuestro personal (a cada uno le puede ir mejor o peor), sino del que existe en el planeta, que a mi al menos me afecta como si fuera mío - y en realidad lo es, porque no estoy separado del mundo.
Seguiré desarrollando el tema con nuevas entradas, mientras tanto gracias por tu aportación y un abrazo!
Sensacionales textos y comentarios parejos :)
ResponderEliminarVoy a añadir una gran frase del filósofo Khalil Gibran:
"Del bien en ti puedo hablar, pero no del mal. Pues, ¿qué es el mal sino el bien torturado por su propio hambre y sed?
Sin duda alguna, cuando el bien tiene hambre busca comida en cuevas oscuras, y cuando está sediento bebe de aguas cenagosas"
¿Diferenciaremos responsabilidad de intención?
ResponderEliminarPuedo ser responsable de un mal sin tener intención de causarlo.
O puedo causar un mal, sin tener la intención de hacerlo, pero sin importarme haberlo causado.
Hola David, gracias por la hermosa frase que nos regalas. La frase es interesante, y me recuerda (porque tal vez hace alusión a ella) a otra gran verdad: la oscuridad es únicamente ausencia de luz. Por eso no es necesario combatir la oscuridad: basta con hacer (ser) luz, para que se disuelva. Interesante reflexión, que tal vez podría ayudarnos en nuestro camino de discernimiento sobre el bien y el mal.
ResponderEliminarLa segunda parte de la frase (cuando el bien tiene hambre...) supongo que quiere decir: cuando la luz flaquea, deja de ser luz. Es por tanto oscuridad. O por expresarlo de otra forma: a medida que descendemos en la línea continua bien-mal, nos vamos aproximando al mal. Cuando el bien tiene hambre bebe en aguas cenagosas, porque desde el momento en que empieza a tener hambre, empieza a descender en la línea y a dejar de ser bien.... al menos así entiendo yo esta hermosa frase.
Infoanimal, lo que comentas ya lo he respondido en en tu comentario largo de la otra entrada donde hablas del relativismo... como no sé poner un enlace dentro del blog, tendrás que buscarlo tú mismo, lo siento...
Un saludo y gracias por estar ahí y acompañarme en este difícil viaje.