Esa noche volvieron a encontrarse
en sueños, en medio de la noche Luna echaba mucho de menos a Sol, a su amor. A veces se despertaba sudando y
gritando su nombre.
De pronto se despertó y se dio
cuenta que algo extraño le pasaba.
Sentía frío y miedo en la oscuridad.
Fue despertando de aquel sueño
profundo que parecía que la tenía atrapada…
Y trató de verse a sí misma y no
se encontraba…no se reconocía…
Algo muy raro la estaba pasando.
Movió los brazos y entonces observó que lo que movía eran unas enormes ramas.
Las ramas con sus hojas agitándose y haciendo unos sonidos hermosos pero un
poco tenebrosos en la noche.
No podía caminar las raíces la
sujetaban al suelo. Entonces oh…cielos! No podría creer lo que la estaba
pasando…. se había convertido en UN ÁRBOL!!!!
La entro un miedo aterrador de
pensar que nunca podría volver a recobrar su forma humana. No entendía que
hacía ahí. Podía observar y sentir la brisa en sus ramas. Estaba al borde de un
acantilado. También oía el sonido del mar…
Enfrente de ella había otro árbol
y un pájaro planeaba alrededor. Que de pronto se posó en una de sus ramas.
- Hola Luna – le dijo el pájaro.
- Hola. ¡Puedo hablar! – exclamó Luna– Y, ¿cómo sabes
mi nombre? Mira tengo miedo yo soy un humano. - Estaba soñando, estaba en mi
cama. No sé qué hago en este lugar.
- Has venido a reunirte con alguien a quien echas
de menos hace mucho. Que llamas todas las noches en sueños…– dijo el pájaro.
- No te entiendo –dijo Luna.
Pero para entonces el pájaro había
desplegado las alas y estaba emprendiendo el vuelo.
Al poco tiempo había anochecido del todo y a Luna le volvió a
invadir el frío y el miedo.
- ¡No sé qué demonios hago aquí y porque soy un árbol!
- exclamo ella en voz alta.
- Yo sí lo sé - dijo una voz masculina muy familiar
y cercana - has venido a despedirte.
De pronto un escalofrío le recorrió el cuerpo. Era la voz de Sol, de su amor.
- ¡Dios mio! Llevo tiempo queriendo hablar contigo
– dijo Luna.
- Lo sé – dijo Sol.
- Te echo mucho de menos…Te acuerdas que te dije
que te iba a querer siempre. Que no podría vivir sin ti…pues así es. Desde que
no estás conmigo no he vuelto a ser feliz mi amor… - dijo Luna.
- También lo sé…y sé que necesitas despedirte de
mí. Tienes que dejarme marchar, cariño y ser feliz – dijo Sol.
- Pero yo no te puedo dejar marchar yo te quiero
mucho mi amor. Te siento conmigo –
dijo Luna.
- Ya pero yo quiero que seas feliz mi Lunita –
dijo Sol.
Entonces las ramas de Luna empezaron
a brotar con fuerza. Una fuerza de la naturaleza crecía dentro de ella. Las
ramas de los dos árboles crecían de tamaño se entrelazaban. Se anudaban como si
fueran una sola. El viento los mecía juntos. Se sentía el olor de la brisa del
mar, el olor de la esencia de sus hojas…estaban anudadas sus ramas y sus hojas.
Entonces Luna sintió cambios otra vez…
Sus ramas parecían estallar…donde
antes era una una rama crecía un brazo, luego la mano, poco a poco las raíces salieron
de la tierra y se transformaban en los pies… las piernas. Tocó con la mano su
cara y todavía notaba el tacto a corteza. También tocó sus pestañas que eran pétalos
de flor…pero sabía que ya estaba recobrando del todo su forma original.
Y de pronto sintió que se quedaba
abrazada a él. Pegada de pie aquel árbol sin soltarlo. Que era él... su amor. Y oyó de nuevo su voz. Ahora más lejana…
- Cariño, tienes que ser feliz… tienes que volver
a ser tú misma. Ahora ya me debes dejar ir… - dijo Sol.
- Adiós mi amor siempre estarás conmigo. – dijo Luna.
Entonces empezó a notar que el árbol
perdía consistencia se escurría entre sus brazos, se transformaba en arena que iba
cayendo e iba formando un montón en el suelo. Ella cerraba los brazos tratando de sujetarlo pero
iba cayendo se iba escurriendo…hasta que el árbol desapareció por completo.
Finalmente Luna suspiró
profundamente poniéndose la mano sobre el pecho y mirando hacia al mar. Dónde él
había fallecido hace un año y medio. Donde días después todos le contaron lo de
su accidente.
Allí estaba ella… viendo un nuevo
amanecer…
FIN